La mejora genética frutal persigue la creación de nuevos cultivares que, con sus características, resuelvan los problemas que los actuales cultivares presentan. Para ello hay que definir los problemas y establecer unos objetivos a alcanzar con el fin de resolver estos problemas de cultivo. En el caso del almendro se han pretendido establecer las características que debería reunir el cultivar ideal, tanto en lo que se refiere a la calidad del fruto como a las características agronómicas, que pueden ser relacionadas con el clima (adaptabilidad a la zona de cultivo), fitopatológicas (resistencias a plagas y enfermedades), vegetativas (crecimiento y ramificación que faciliten el manejo de la plantación), reproductivas (que aseguren una producción elevada y constante) y fisiológicas (que aseguren esta capacidad reproductiva).
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